Resonancias del pasado
Si lo que se busca ver en pantalla es un drama familiar denso, oscuro, lleno de secretos, intríngulis y culpas, Agosto (August: Osage County, 2013), del director John Wells es la elección. Y aunque el tema es recurrente, eso no la hace una película menor, pues si bien el drama comienza de una manera sencilla que pudiera parecer predecible, se va complicando con el paso del tiempo y de las interacciones entre los miembros de la familia Weston. Basada en la obra homónima -ganadora del Pulitzer- y escrita por Tracy Letts, Agosto comienza con la desaparición inesperada del padre de la familia Weston, Beverly (interpretado por Sam Shepard), como disculpa para reunir a una familia separada geográficamente y distanciada emocionalmente desde hace años.
Imagen de la película Agosto
A partir de la llegada de las tres hijas para reunirse con su madre, se tejen toda clase de conflictos entre ellas, pues está la que siempre ha cuidado a sus padres, la que decidió irse y de la que nunca se tiene noticias, y la preferida del padre que decidió partir con su esposo a otro Estado a buscar una mejor forma de vida. Esto, aunado a la adicción a los analgésicos de Violet (Meryl Streep), la madre de la familia, y a la intromisión recurrente de la Tía Matti Fae, su hermana, hacen de Agosto un filme lleno de drama hasta la exasperación, que junto con la sensación del ambiente caluroso y denso del mes de agosto en el condado de Osage en Oklahoma, le agregan a la película una sensación de hastío adicional. Es difícil no comparar la película con algunos predecesores similares en contenido como Todos están bien (Stanno tutti bene, 1990) de Tornatore y su remake Everybody’s fine de 2009 dirigido por Kirk Jones, en los cuales las familias disfuncionales que se reencuentran después de un tiempo son el común denominador.
El personaje de Violet Weston es una gran oportunidad para el lucimiento de la entrañable Meryl Streep, quien siempre a la altura de sus caracterizaciones, ofrece una soberbia actuación que, si no ganó el Oscar de ese año, fue seguramente por el injusto hartazgo que ya generan sus múltiples nominaciones, sin embargo, difícilmente otra actriz lograría la versatilidad que ella logra, sea cual fuere el reto que se le imponga, y que en este caso es un personaje lleno de matices, de contradicciones, de rencor por su pasado y dotada de un bajísimo nivel de autoconciencia, producto probablemente del curso de su vida y de su adicción. Por otra parte -en un rol que también le implicó una nominación al Oscar-, Julia Roberts interpreta brillantemente a Barbara, la hija mayor de la familia, en un papel singularmente complejo con pocos antecedentes en la filmografía de la actriz; una mujer que -como suele suceder en la vida-, termina pareciéndose a su madre mucho más allá de lo conveniente.
La aparición de Sam Shepard en el largometraje transcurre solamente por unos pocos minutos, pero a pesar de ello, es una caracterización impetuosa y auténtica. Beverly Weston fue un poeta reconocido que se ha convertido en un hombre alcohólico que cuida de su esposa adicta y del que se infiere una infelicidad que se refleja en la forma en la que se expresa. Su interpretación evoca inevitablemente a la que hizo en Hermanos (Brothers, 2009) de Jim Sheridan, donde también interpreta al padre de los protagonistas, en medio de un conflicto familiar de grandes resonancias. Al igual que su obra dramatúrgica, en la que suelen plantearse dramas familiares complejos, algunos de los retos que Shepard aceptaba como actor estaban hechos de ese material, lo cual no es difícil de predecir si se tienen en cuenta que su vida tuvo las mismas características y padeció los mismos sinsabores que sus personajes.
Agosto es, en síntesis, un drama denso -quizás más de lo necesario- con algunos giros que, aun cuando no deberían extrañar en una familia tan deshecha desde adentro, le añaden un tono novelesco que se torna por momentos innecesario, debido tal vez a que el relato original estaba destinado al teatro. Sin embargo tiene, entre otros, el mérito de lograr mantener la tensión del espectador y de contar con figuras de primer nivel entre su reparto con actuaciones para rememorar en la posteridad, además de ser uno de los últimos filmes que nos permitieron apreciar a Sam Shepard en su rol de actor.
Al principio de la cinta, Beverly Weston cita a T.S. Eliot: “La vida es demasiado larga”, dice; y aunque la vida de Sam Shepard no lo fuera tanto, sí su obra dramatúrgica y cinematográfica, que será por la cual lo recordaremos y que hace de él lo que muchos quisiéramos ser al morir, un humano inolvidable.
Publicado originalmente en el Cuadernillo Digital 2017-II de la revista Kinetoscopio (Medellín, 2017), p. 37-39
©Centro Colombo Americano de Medellín, 2017
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