
Mis mejores películas de 2021
Después de un 2021 con una gama amplísima de producciones y propuestas, a pesar de la realidad circundante, esta es la selección de las que para mi, fueron las mejores películas que vi en el año que terminó. Un listado además bastante ecléctico y personal que considera como “mejor” a lo que más resonó para mi. Dejo atrás películas interesantes, pero que a mi modo de ver, no lograron serlo tanto como para hacer parte de este listado, el cual no sobra decirlo, no guarda un orden específico. Estoy encantada de compartirlo y de recibir sus comentarios ya sean coincidentes o no. Espero que este 2022, sea tan prolífico o más que el 2021.
La Crónica Francesa (The French Dispatch), de Wes Anderson
El director hace gala nuevamente en este film, de su formalismo, esta vez extremándolo, aludiendo de nuevo a su ya conocida paleta de colores pastel, a la coralidad de sus historias, a sus personajes siempre entre cándidos y tiernos, sin faltarle para componer toda la puesta en escena, sus ya preciados actores recurrentes, como Bill Murray, Owen Wilson, Anjelica Huston -quien en esta ocasión le presta su voz-, y Adrien Brody, entre otros; para componer en tres historias una película eficaz y sosegada que logra acercarnos a sus personajes y a ese mundo andersoniano ya tan conocido, pero no agotado.
Memoria, de Apichatpong Weerasethakul
Una oda a la contemplación y al discurrir lento de la vida es lo que nos trae el director tailandés en esta cinta que, aunque fue rodada en Colombia, el lugar carece de importancia cuando la pantalla y los sentidos son llenados por los sonidos, la calma, la relación de la protagonista con los dos personajes homónimos del relato y con sus propias preguntas sobre la existencia y lo que buscamos en ella. Una película a la que se debe volver varias veces en la vida.
Beginning, de Dea Kulumbegashvili
La ganadora de la versión 2020 del Festival de San Sebastián, y estrenada en la plataforma Mubi en Colombia en 2021, tiene cierto dejo a Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles (1975), en la que sus largas y pausadas escenas y el hacernos testigos del desmoronamiento emocional de una mujer, nos imposibilita no relacionarla con aquella cinta de Chantal Akerman. Las motivaciones y el contexto son distintos, pero las consecuencias son las mismas: el hartazgo de una vida apenas vivida, viendo pasar las horas interminables de días iguales y encontrándole poco sentido a una existencia desde hace años inerte. Este es el discurrir de la vida de Yana -la protagonista de este film-, madre, acaso hija, y esposa de un pastor de una comunidad de testigos de Jehová, que la violenta tanto como aquel desconocido que los acecha a su comunidad y a ella.
Esta película Georgiana, es sorprendentemente la ópera prima de su directora, quien creció en los lugares de los que nos hace testigos en la historia. La fotografía impecable de Arseni Khachaturan, la actuación contenida e impactante de la protagonista, el atrevimiento de los planos largos y las tomas lejanas y distantes de donde ocurren los hechos más temibles y a la vez decisivos, hacen no solo de esta película una gran apuesta, si no de esta directora, alguien a quien hay que seguirle los pasos. Hay que pasarse varias veces por la escena del río, por la de Yana recostada 7 minutos en la hierba y por la toma de su espalda en los perturbadores minutos finales, para tener claro que algunos directores logran en un solo film, lo que otros buscan toda su vida sin hallarlo.
Tantas almas, de Nicolás Rincón Gille
“La decisión entre privilegiar la violencia en sí misma o ponerla como telón de fondo, seguramente ocupa largas horas de los directores que deciden hacer un filme que contenga esta temática, y gratamente, a veces aparece en el horizonte un director que piensa diferente, que ve el panorama con otros ojos, que enfrenta las mismos dualidades, pero cuya alternativa en lugar de ser blanca o negra, es intermedia, singular, y por qué no, original, en tiempos donde la originalidad está más cuestionada que nunca. No sabemos si ser original es un atributo incorporado a propósito por el realizador, en este, su primer largometraje de ficción, pero lo cierto es que ha logrado hacer emerger un relato colmado de emociones sin acudir necesariamente a nuestra sensibilidad extrema y abrumarnos con imágenes demasiado explícitas. Es claro para el director que se tienen sentimientos más profundos y perennes, cuando escudriñamos el corazón de alguien profundamente herido y destrozado, que cuando se nos muestra vívidamente lo que lo causó. En Tantas Almas, más allá del horror de una guerra, o de la sangre derramada, queda claro que lo que persiste y sobrevive es el dolor de la pérdida, de la duda, de la soledad del miedo. Lo que vemos es un alma en búsqueda de otras que no hallarán consuelo hasta volver con su padre y ser enterrados dignamente”.
El poder del perro (The Power of the Dog), de Jane Campion
Después de largos años de no dirigir un largometraje, la directora regresa con este film lleno de matices, de caras opuestas y ocultas, donde todos parecen guardar un profundo y oscuro secreto. Una película de los débiles contra los fuertes que podría parecer tan típica como muchas si no fuera porque las manos que la esculpen son las de Campion. Acompañada en su tarea por el magnífico Benedict Cumberbatch y el asombroso Kodi Smit-McPhee, esta película sorprende con sus giros y con la forma como se nos permite irnos acercando a las verdaderas motivaciones de cada personaje en el momento preciso, dejándonos la grata sensación de ver a la directora relucir de nuevo.
Petite maman, de Céline Sciamma
La directora de Retrato de una mujer en llamas (Portrait de la jeune fille en feu, 2019), que en esa cinta nos trajo un relato de amor sincero, con una narración sutil pero sublime, en Petit maman, nos acerca a una niña de 8 años que se encuentra con su madre cuando ésta tenía su misma edad, en una historia dulce y tierna, vista y contada precisamente desde el punto de vista de las dos niñas, que abordan todo sin misterio, sin sobresaltos y donde todo, hasta lo que podría parecer más descabellado para un adulto, es posible para ellas. Esta película sencilla y sin pretensiones, es una lección de tino de su directora.
Annette, de Leos Carax
Un musical atípico como pareciera obvio siendo autoría de Carax, donde dos personas en la cumbre de sus carreras artísticas respectivas, se acercan hasta enamorarse pero posteriormente se ven confrontadas por sus miedos y carencias, llevándoselo todo por delante en su rivalidad, incluso a su propia hija. Un filme que pudiera parecer pretencioso, pero que en la belleza que desbordan sus imágenes, su música y su puesta en escena, nos transporta en realidad hacia ese mundo donde todos juegan un rol frente y detrás de su audiencia; con una naturalidad y soltura tan únicas como solo Carax podría lograrlo.
Drive my Car (Doraibu mai kā), de Ryûsuke Hamaguchi
El mismo director japonés que este año también nos sorprendió con la auténtica Wheel of Fortune and Fantasy (2021), en Drive my car, nos cuenta una historia de pérdidas y arrepentimientos, donde dos seres que impensablemente podrían tener algo en común, terminan soportándose y finalmente ayudándose a recomponerse entre el dolor. Hilando sutilmente lo que sucede en la obra de Antón Chéjov, Tío Vania, con la historia central de la película, en una demencia poética tan estilizada como maravillosa, va siendo claro para el espectador lo que sucede en el interior de la mente de los protagonistas. Un relato sutil, de una belleza tan particular y poco común, que no puede pasar desapercibida.
La hija oscura (The Lost Daughter), de Maggie Gyllenhaal
Con un tema tan tabú como complejo de abordar, la novel directora Gyllenhaal, nos trae la adaptación del libro homónimo de Elena Ferrante, donde una mujer adulta que nunca quiso ser madre pero lo fue, conoce a una joven, también madre, cuya relación con su pequeña hija la lleva a rememorar el resquebrajamiento de su pasado y el peso de una sumatoria de decisiones tomadas quizás más por el statu quo dominante, que por convicción. Una impresionante Olivia Colman representa a la madre adulta en una película que puede no ser cómoda para algunos, pero que representa una realidad que la sociedad busca no hacer visible. Las dudas no son exclusividad ni un derecho adquirido solo por los solteros jóvenes que están buscando su camino en la vida, son igual de legítimas para quienes se supone ya deberían tener completa claridad sobre su futuro, sin embargo, si las dudas son tan válidas como la vida misma, ¿por qué tiene que ser una película la que nos lo recuerde?
La peor persona del mundo (Verdens verste menneske), de Joachim Trier
En una película sencilla sin grandes pretensiones, somos testigos de la vida de una mujer adulta joven con dudas existenciales sobre aspectos relevantes de su vida, como el ámbito profesional y el personal. ¿A qué dedicar su vida?, ¿a lo que dicta su entorno o a lo que ella disfruta realmente?, ¿y qué es lo que disfruta realmente?, ¿y con quién?, con alguien con todas las aristas de su vida definidas o con un ser en una búsqueda similar a la de ella? ¿Con hijos porque -de nuevo- es el dictamen de la sociedad?, o no porque no es un sentir de su corazón? Estas son las dudas de alguien que bien podrían ser las nuestras, o no, sin embargo, el acercamiento del filme es respetuoso en su abordaje, no hay juzgamientos ni verdades absolutas, al contrario; como en la vida, todos los caminos son posibles y la vida de Julie es un libro abierto a miles de posibilidades.
Amor sin barreras (West Side Story), de Steven Spielberg
Un clásico devenido en película contemporánea y aún así ser un acierto, es una rareza que solo Spielberg podría lograr. Con secuencias de baile magníficas y actuaciones verosímiles y sinceras, la nueva cinta del acertado director norteamericano es un compendio de temas que por separado podrían parecer bastante manidos, como el enfrentamiento de dos bandos -en esta ocasión enfrentados por sus raíces y su procedencia-, y un amor a primera vista que es además, imposible, sin embargo, la forma en que esta historia es contada, hace que olvidemos las obviedades: por la música, las actuaciones y el baile -como ya lo mencioné-. Un sueño de Spielberg cumplido, con un resultado magnífico al que hay que acercarse varias veces para apreciarla en su inmensidad.
©Todos los textos de www.cinesentido.com son de la autoría de Liliana Zapata B.
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